El mercado de las ideas. El estado, o las organizaciones corporativas que en la mayoría de los países son quienes resguardan la titularidad de los derechos de las obras inéditas, es decir aquellas que aún no se han transformado en un objeto cultural, no suelen registrar lo que en la industria del cine suele considerar como una idea audiovisual. Es algo sensato aun tratándose del estado o las corporaciones, para hacerlo debería montarse un ministerio de la epifanía.

Lo que llamamos “la idea” suele ser una estructura tan frágil y generalista que no alcanza a decirnos nada aunque, se supone, nos permite imaginarnos todo.

Decir que se quiere escribir un guión para hacer una película a partir de “Stage to Lordsburg” de Ernest Haycox no puede considerarse seriamente como una idea, con un poco de generosidad podría atribuírsele la condición de ocurrencia.

La idea es un poco más que una ocurrencia y al menos en el territorio audiovisual implica incluir varios requerimientos, algunos narrativos otros no tanto.

Si digo que quiero hacer una película ambientada en oeste norteamericano hacia finales del siglo diecinueve, que cuente la historia de un grupo heterogéneo de personajes que, empujados por sus propios intereses se ven forzados a atravesar el desierto de Nuevo México asolado por Gerónimo y sus apaches, filmada en Monument Valley con la dirección de John Ford y la actuación de John Wayne y Claire Trevor, producida por Walter Wanger, la ocurrencia ha quedado atrás y la idea empieza a formalizarse a partir de algunas precisiones adicionales, es una película de época, tal vez épica, con una trama de persecución que incluirá una relativa cantidad de subtramas, (coral podría arriesgarse en el presente). Será una película primordialmente de exteriores.

Hacia 1939, Walter Wanger era un productor de experiencia, pero de ninguna manera su productora era una “Mayor” según las categorías actuales se tratará de una película relativamente “independiente, con lo cual incidencia de Ford, que ya cuenta con más de 100 títulos será determinante. Pese a que se intuye una relativa exigencia presupuestaria, escenas de acción, extras y traslados, la presencia de dos actores de prestigio (entre Wayne y Trevor contabilizan otro centenar de películas para ese año) no parece ofrecer dudas acerca de la factibilidad de su realización. Se trata de una buena idea, aunque no habría que descartar que en el contexto histórico alguien haya pensado lo contrario.

La idea, en términos cinematográficos es un enunciado complejo que combina elementos narrativos y no narrativos, productivos y coyunturales, que no siempre se ofrecen en simultaneidad y de manera articulada.

En ocasiones la idea es un pedido que encierra algunas de las particularidades que definen un Modelo de Film, sea una imposición genérica, (un western) temática, (que hable sobre la naturaleza humana) (que incluya una vertiente amorosa) o incluso la exigencia de una participación actoral, (para John Wane) eso es una idea de producción y presupone : Un marco de demandas que deben ser satisfechas por el guión primero y por el film después.

La eficacia del guión en éste caso, está supeditada al cumplimiento de éstas demandas, el problema potencial es generalmente de interpretación. A veces la demanda es lábil y la convicción no se acredita de manera concreta, a veces las referencias no son claras o el guionista intenta forzar sus intenciones hacia su propio territorio, ya por ineficacia narrativa ya por una imposición de su propia búsqueda. Si por un momento nos permitimos olvidar que “Stagecoach” es un derivado de “Stage to Lordsburg” podríamos definir una idea de producción.

Un western que hable sobre la naturaleza humana, que incluya una temática amorosa, para rodar en Nuevo México, ambientado en medio de la colonización del oeste norteamericano sometida a la amenaza indígena. Que se plante “de cara” al público mayoritario y que permita la inclusión de un elenco estelar.

Es verdad que éste pedido podría dar a luz a casi la totalidad de los guiones que dieron origen a cientos de westerns. Para llegar a la individualidad de la idea de Stagecoach, debemos dar un paso adicional.

La idea audiovisual se completa para dar origen a un modelo de film a partir de la idea narrativa.

La idea narrativa puede también en un director, un productor o ser una iniciativa personal de un guionista, se trata en éste caso, de una combinatoria de recursos literarios que dan cuenta mínimamente de un relato que condensa: los personajes protagónicos y el conflicto del relato propuesto. Podría decirse que así como la idea de producción es un conjunto de demandas que debe ser satisfecha por el guión, la idea narrativa es un conjunto de demandas que deberá ser satisfecha primero por el guión y luego por el film. La demanda, se infiere en éste caso y da lugar a un diseño de producción que permitirá garantizar su idoneidad.

En el caso de la diligencia, podríamos arriesgar una idea narrativa potencial que dé cuenta del relato en cuestión.

Hacia finales del siglo 19 en pleno oeste norteamericano, una diligencia viaja hacia Lordsburg asediada por la amenaza que Gerónimo y sus comanches han impuesto a un territorio sin ley. Entre sus temerarios y temerosos ocupantes viajan entre otros: Dallas, una prostituta que ha sido expulsada del pueblo, un dama de sociedad, un doctor alcohólico, y un estafador, a la comitiva se suma Ringo Kid, un joven impetuoso que ha escapado de prisión para ir en busca de la banda que asesinó a su familia dispuesto a hacer justicia por mano propia. Los viajeros desconfían unos de otros pero a poco de andar y ante la amenaza cierta de los comanches sus diferencias se disipan. Cuando están a punto de ser ultimados, la caballería llega al rescate y les salva la vida, Ringo puede llegar a Lordsburg y pese a los ruego de Dallas, de quien se ha enamorado, acude a su cita de honor y mata a los delincuentes. Juntos se escapan hacia México donde se proponen empezar una nueva vida.

La articulación de ambas ideas, la narrativa y la de producción nos dará una pauta del tipo de film al que se aspira.…

Fragmento de“OTRO LIBRO DE GUIÓN – Reescribiendo Satgecoach” – Enrique Cortés